Allá por 1962, tomando el testigo de una pequeña zapatería regentada por D. Francisco Aparicio y Doña Emilia Segundo, apostamos por abrir un pequeño negocio frente a la compañía de María. Con la ilusión y fuerza que da la juventud, nos aventuramos en este menester.

Transcurridos los años y echando la vista atrás, nos es grato comprobar que nuestro recorrido, aunque tortuoso, ha sido recompensado con la gratitud y fidelidad de nuestros clientes, que generación tras generación han crecido con nuestra empresa.

Hemos llegado donde estamos, gracias a múltiples factores. Entre ellos, clientes y proveedores han sido fundamentales para el éxito de la misma, sin olvidar a aquellos que nos han acompañado codo con codo a lo largo del camino: nuestros trabajadores que nos han ayudado a escribir esta historia. Aquellos que fueron y son parte activa y eficiente del día a día y, que con su esfuerzo, han hecho posible nuestro desarrollo.

Hoy, echando la vista atrás, debemos mencionar aquellos que forman parte de nuestro pasado, D. Antonio Andrade, D. José María García de Lomas y D. Manuel Mainé Fernández que formó parte de nuestra familia (pues es eso lo que siempre hemos querido ser) durante 40 años y es justo dar las gracias por su dedicación y profesionalidad a lo largo del tiempo.

La celebración de medio siglo en la actividad empresarial no es más que el comienzo de un gran proyecto de futuro y para ello, contamos con el mejor de los equipos, con una sólida base y grandes perspectivas.

Por último, hacer mención a aquella pareja de jóvenes emprendedores que hace 50 años se embarcaron en un proyecto de futuro para poder darnos un presente a las nuevas generaciones. Hoy tenemos el deber de continuar con su trabajo, siendo un difícil reto ya que dejaron el listón muy alto. Pero tuvimos buenos maestros, por eso, continuaremos con su legado con la misma fuerza y cordura que ellos emplearon para hacer evolucionar la empresa hasta posicionarla en un lugar destacado dentro del sector.